Esta que veis en la foto parece o es una simple mesa. Para mí, sin embargo, es mucho más. Es la mesa en la que comencé a leer el primer juego de rol que cayó en mis manos: Aquelarre. Por supuesto, es la misma mesa en la que jugamos esa primera partida de rol en ese ahora año lejano de 1994.
De hecho, yo diría que, el 90% de las partidas que jugué en el siglo XX fueron en esa mesa. Una simple mesa de formica, redonda, con patas de hierro, y donde nos acomodábamos hasta cuatro personas (un poco apretados). Mesa que, en invierno, se transformaba con una tarima, un brasero y sus "nagüillas".
Es esta la mesa que mis padres compraron para que yo estudiase el BUP. Situada en mi habitación, la verdad es que en los noventa la usamos más para jugar que para estudiar.
Si la mesa hablara, podría contar todas las aventuras que allí vivimos unos cuantos adolescentes. Son varias las campañas de Aquelarre y de AD&D que jugamos allí, e innumerables partidas de otros juegos como La Llamada de Cthulhu, El Señor de los Anillos, Star Wars o Cyberpunk. Sería testigo de cómo unos cuantos chavales dejaban aparcada la consola y dejaban volar su imaginación sentados alrededor de una mesa con unos dados.
Por supuesto, esta es la misma mesa donde, a solas, también leí innumerables obras, desde las Crónicas de la Dragonlance, los Mitos de Cthulhu y El Señor de los Anillos al Lazarillo, el Cantar de Mío Cid o Crónica de una muerte anunciada.
La misma mesa fue testigo de la moda por los juegos de cartas coleccionables. Allí nos batimos, uno frente a otro, cada uno con una baraja: primero con Doomtrooper, luego con Spellfire y, finalmente, con Magic.
Una época de la que guardo muy buenos recuerdos. Sin embargo, en esta vida todo se acaba. Con la llegada del nuevo siglo me fui a la universidad. Fue más difícil quedar y las partidas decayeron.
Además, nos mudamos, aunque mi mesa siguió estando en mi nueva habitación. Pasaron los años y, como si la mesa se hubiera hecho mayor, las partidas de rol en ella se convirtieron en una anomalía. Si a los duros años de carrera, trabajo y oposiciones añadimos que el grupo ya no vivía en la misma ciudad la mayor parte del tiempo, parece totalmente lógico que quedar para jugar una partida fuese tan difícil como que se alineasen las estrellas.
Y así llegamos a 2014, cuando esta mesa vivió otra experiencia relacionada con el rol, la de crear Rol de los 90. Ella y yo solos, con un portátil y un juego que reseñar (y fotografiar).
Muchas de las primeras reseñas de este blog se han hecho en "la mesa". |
Las partidas en esta mesa ya no volvieron, pues durante muchos años he estado viviendo en una ciudad diferente cada año. Por supuesto, la mesa sigue en la casa de mis padres, en mi antigua habitación.
Ahora tiene una nueva funcionalidad. Desde hace varios años, cuando vamos el fin de semana de visita, de vez en cuando vuelvo a sentarme frente a ella y escribo alguna entrada (como hoy).
Sin embargo, el futuro está en otro sitio. Ahora es Jimena, mi hija, la que le da más uso. Con una diferencia: la mesa ya no es testigo de los viajes de ciertos hobbits, sino de las peripecias de Isadora Moon.
Quién sabe, lo mismo dentro de unos años esta vieja mesa ve de nuevo rodar los dados con sangre nueva (por mi parte, estaría encantado). Y es que no parece que pasen los años por la muy jodía.
Esta entrada es nostalgia pura y amor a los orígenes, yo también tenía mi mesa, un escritorio donde pase tantas tardes
ResponderEliminarMe parece a mí que todos los que somos lectores habituales tenemos nuestro rinconcito.
EliminarUn escrito muy emocionante y que nos recuerda lo privilegiados que somos a veces sin darnos cuenta.
ResponderEliminarA algunos nos recuerda lo privilegiados que "fuimos" ;-)
EliminarTodos tenemos algo que nos evoca algo parecido. Yo, un flexo. Gracias por compartir.
ResponderEliminarGran entrada, muy emotiva, has hecho feliz a un rolero que también extraña "su mesa" de los 90
ResponderEliminar¡Me alegro mucho de que os haya gustado!
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