Para los aficionados a los juegos de rol de los años noventa, cuando pensamos en Tolkien nos vienen a la mente las imágenes que Angus McBride realizó para ICE. También las de John Howe, porque por esos años muchos leímos la edición de bolsillo de la editorial Minotauro. Es por eso que cuando Peter Jackson lanzó en 2001 su versión cinematográfica de El Señor de los Anillos a muchos les chocó ese cambio de estética. Pero la película que hoy comentamos todavía asombra más. Aun así, la recomiendo a todo el mundo, no porque sea una obra maestra (yo considero más emocionante la versión de Jackson), sino porque resulta muy curiosa por distintas razones.
Antes de comentarla diremos que la versión animada es muy temprana, de 1978 (Tolkien fallece en 1973). Su director es el estadounidense Ralph Bakshi, también conocido por dirigir, entre otras, Tygra: hielo y fuego, otra película animada que analizaremos otro día. Su duración es de 128 minutos y es una adaptación de La Comunidad del Anillo y parte de Las dos torres. Parece ser que estaba pensado rodar una segunda parte donde finalizase la famosa trilogía, pero las criticas negativas hicieron que la secuela nunca se llegase a producir.
|
La edición de bolsillo de Minotauro con portada de John Howe. |
Uno de los aspectos que más nos llaman hoy la atención es una técnica que utiliza la película conocida como "rotoscopio": las escenas se filman con personas reales sobre un fondo neutro para luego calcarlas al celuloide como animación. Esto da un resultado muy realista, que podemos comprobar cada vez que los personajes se mueven. Después de ver esto, cuando uno ve correr a Oliver o Benji (y perdón por la comparación) queda de lo más antinatural.
|
Gollum, Frodo y Sam. |
Resulta muy difícil ver la película y no compararla con la trilogía de Peter Jackson, que al fin y al cabo es la que ha llegado a un público más amplio. Como dije anteriormente, la película animada desperdicia muchos momentos que Jackson ha logrado que sean emocinantes, misteriosos, etc. Pero tampoco le vamos a quitar todo el mérito a esta película, ya que hay muchas escenas que se nota que han servido de inspiración al director neozelandés. Por citar algunas: la llegada de Gandalf (cabalgando y con la espada desenvainada) al Abismo de Helm, algún diálogo entre Gollum y los hobbits, y muchas más, que si volvéis a ver la película seguro que encontráis.