Un rolero que se da de baja

Alguna que otra vez he mencionado a Manolo, el amigo con el que me inicié (junto con mis hermanos) al rol en el lejano 1994.

Hace bastante tiempo que no jugamos una partida juntos. ¿La razón? Pues básicamente que ya no somos aquellos adolescentes con todo el tiempo del mundo. Y aunque este año solo nos separan 115 km., los años anteriores han sido muchos más. Pero además de la distancia está el problema de que "nos hemos hecho grandes", y eso incluye que tenemos trabajo, que estamos casados y que tenemos cada uno un hijo (o niña en mi caso).

Por mi parte, como no tengo grupo "muy estable" (a causa de mi trabajo) pues juego cuando puedo y con quien puedo, aprovechando también las jornadas cercanas. Él, en contra, sí tiene grupo estable desde hace bastantes años. Por supuesto, nunca he negado la envidia que me da. Pero entonces, ¿qué ha pasado?

Que no juguemos no significa que no hablemos ni nos veamos. Precisamente hace cosa de un mes nos vimos (familias incluidas). Ni que decir tiene que después de las obligadas preguntas sobre la familia, el trabajo y demás vino la forzosa pregunta:

- ¿Y de rol cómo vas?

- Pues... ahora mismo bastante poco. Bueno, mejor dicho, lo tengo aparcado.

- ¿Y eso?

Las razones que me dio son unas cuantas, que resumiré a mi manera.

La primera, que en su grupo ya se han casado los últimos solteros que quedaban. Además, alguno de ellos también ha tenido un vástago. ¿Conclusión? Que a pesar de vivir en la misma ciudad ya no tienen el mismo tiempo que antes.

Últimamente ya desechaban las campañas porque luego costaba mucho reunir a todos para continuar. O sea, que se autoimpusieron partidas autoconclusivas, vamos que las pudiesen terminar en una sesión (oneshot lo llaman hoy). 

Para colmo, después de bastantes años se conocían tan bien que tanto las aventuras como los PJ y hasta las interpretaciones eran ya un poco previsibles.

- ¿Y qué haces ahora?

- Pues he vuelto a Warhammer 40.000.

Versión con la que nos iniciamos en los noventa.

"Ha vuelto" porque Warhammer no es una cosa nueva para él. Ya en la segunda mitad de los noventa, entre partida de rol y de Magic, lo disfrutó bastante. Y ahora, después de tantos años este juego vuelve a darle todo lo que necesita:

Por un lado, no tiene que buscar a tres jugadores más (solo a uno). Además, en la tienda que frecuenta siempre hay gente con la que echar, si no una partida entera, sí una pequeña escaramuza entre cuatro o cinco miniaturas. Lo suficiente para aplacar el vicio.

Mientras tanto, en casa va montando las miniaturas y pintándolas (cosa de la que también disfruta). Según me comenta, las últimas reglas de Games Workshop están muy equilibradas y es relativamente fácil pillar un buen puñado de miniaturas de segunda mano en Wallapop. Por último,  el sistema de torneos o liguilla de la tienda es bastante seductor y flexible. En definitiva, que lo tiene todo.

Evidentemente, ni que decir tiene que el dinero que cada mes tiene "reservado para frikadas" se va para este hobby y no para la industria del rol. Vamos, que se ha dado de baja, como digo, del rol.

¿Que qué voy a hacer yo al respecto? Pues nada. Nuestro objetivo en esta vida es, o debería ser, pasarlo bien. Y si él ahora mismo no lo consigue con los juegos de rol y sí con Warhammer pues adelante. Manolo lleva el rol en las venas y sé que dentro de un tiempo, cuando "se desintoxique", va a volver con más ganas que nunca. Lo único que me gustaría es tener un hueco en la primera partida que dirija. Seguro que la vuelta es brutal.

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