Lo hemos escuchado mil veces: en España no se puede vivir de escribir novelas de CF como pasa, por ejemplo, en EEUU. ¿La razón principal? Nuestro mercado es muy pequeño. Sin embargo, sí hubo un tiempo donde fue posible vivir de escribir novelas de CF. Y además no de forma modesta, sino vivir "bien".
Esa época dorada fue en los años cincuenta y con un producto muy concreto: los llamados "bolsilibros" (por su tamaño) o novelas de a duro (por su precio). Estamos hablando de una literatura popular cuyo objetivo principal era entretener a una gran masa de lectores. Una literatura que se podía comprar en quioscos y que exigía novedades cada semana.
De hecho, era tal la demanda que los autores se veían obligados a escribir una novela por semana y los más "lentos" escribían una cada dos semanas.
"¡Tenía que comer todos los meses, y una familia! Y tenía que hacer por lo menos dos al mes, y aun así a veces me hacía una, e iba de cabeza". Pascual Enguídanos, en BEM #34 (agosto de 1993).
Con esos márgenes de tiempo, es evidente que las novelas no contaban con florituras estilísticas ni argumentos complejos.
El valenciano Pascual Enguídanos fue uno de estos autores que pudo vivir de escribir novelas de CF. Con el seudónimo de George S. White, escribió no pocas novelas de CF, como la famosa "Saga de los Aznar" (1953-1958). Así lo contaba en una entrevista publicada en BEM:
"Entonces se pagaba muy bien. Ten en cuenta que, entonces, un sueldo de 1.000 pesetas al mes era fabuloso. Me daban 1.500 por una novela, y me hacía dos al mes, 3.000 pesetas, tío, ¡vivía como un rajá!". Pascual Enguídanos, en BEM #34.
Ojo, según la mujer de Pascual pudieron vivir exclusivamente de la literatura "catorce años seguidos", y eso a pesar de que había que mantener a "cinco personas".
Por desgracia, llega algo que, poco a poco, hace que cada vez se lean (y se compren) menos novelas. Ese algo es un invento hoy totalmente cotidiano, pero que en aquel entonces fue toda una revolución. Sí, estamos hablando del televisor.
Y es que TVE comenzó a emitir ya en los años cincuenta (en 1956), pero al principio los televisores son un elemento de lujo. Es en la década de los sesenta cuando la televisión llega masivamente a nuestro país.
En lo que a nosotros se refiere, las ventas de las novelas empiezan a caer y se hace imposible llegar a vivir solo de la CF. Así lo contaba el propio Pascual:
"Después se volvieron las tornas, claro. Cuando entró la televisión, empezó la competencia, fue decayendo, y entonces es cuando el porvenir lo vi negro. Y me empleé en Obras Públicas".
Como vemos, Pascual Enguídanos se tuvo que buscar otro empleo porque en la España de esa época ya no era posible vivir de escribir novelas de CF.
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¡Se acabó el leer! |
En definitiva, un nuevo invento o avance hace que la población tenga otra forma de ocio alternativa, en este caso una nueva forma de ocio más llamativa y que requiere menos esfuerzo que leer.
Por desgracia, esto ha sido una constante desde entonces:
"Astri, sello que explotó el cómic pornográfico, fue el que más novedades lanzaba anualmente en los noventa (hasta 183 al año), pero quedó agotado por completo en el año 2000 debido a la llegada de Internet, que trajo consigo el porno gratis". Libro Blanco del Cómic en España (2024).
La pregunta es: ¿estamos ahora ante otro avance que suponga otra opción de ocio?
Pues según Alejo Cuervo (que de editar CF entiende un poco), sí, y este se llama Netflix (las plataformas de streaming, vamos):
"El consumo audiovisual que hacemos todos es una barbaridad. Yo mismo ahora le dedico mucho más tiempo a ver series que antes, en detrimento de la lectura de los libros. ¿El efecto sobre la venta de libros? Que ahora los títulos de la midlist cada vez venden peor". Alejo Cuervo, en Los bestseller se comen el mundo editorial: entrevista a Alejo Cuervo (Momoko, 2021).
Como vemos, según Alejo todo el tiempo que desde hace unos años le dedicamos a Netflix y al resto de plataformas de streaming hace que leamos menos y, por consiguiente, compremos menos libros.
Y ojo, que quien dice libros también dice juegos de rol, ¿no?
Yo recuerdo en los inicios de los 80' ir al quiosco a "cambiar" novelas. Llevaba las que mi padre se había leído y el quiosquero me daba un paquete nuevo por un duro por novela. Me leí cientos de ellas, y recuerdo que fue la primera vez que me hacía un índice de las que me había leído.
ResponderEliminarHoy son recuerdos de abuelos cebolleta 🤣🤣🤣