Conocí a Juan Diego en septiembre de 2014, en el Rincón de la Victoria. En principio era otro compañero más en un instituto grandísimo de los que no llegas a conocer a todo el mundo. Uno no va diciendo por ahí que juega a rol, pero el azar quiso que yo descubriese su vena friqui. A raíz de ahí pasamos de compañeros a amigos y durante ese curso llegamos a jugar varias partidas de rol.
Los dos éramos interinos; Juan Diego de Historia y yo de Lengua. Compartíamos muchas más cosas. Para empezar, los dos descubrimos los juegos de rol en los noventa (él en Cartagena, su tierra). Ahora, sin embargo, llevábamos tiempo sin jugar. Además, los dos estábamos casados y esperábamos una niña para finales de año.