Vampiro: La Mascarada siempre ha sido para mí un fetiche. No es el juego que más he dirigido; este posiblemente lo sea Aquelarre o La Llamada de Cthulhu, aunque también es verdad que Vampiro lo tiene más difícil para ver mesa que los anteriores. Y sin embargo, como digo, siempre he sentido una predilección por este juego desde que lo conocí en 1994.
Evidentemente, cuando me enteré que iba a salir una nueva edición (la 5ª) no pude evitar la curiosidad. El saber que esta nueva edición volvía en muchos aspectos a las ediciones originales no hizo más que incrementar mi interés. Interés que decayó cuando anunciaron que el autor principal iba a ser Kenneth Hite y no Mark Rein Hagen (que había vuelto a White Wolf). No es que tenga nada en contra de Kenneth Hite (autor de sobrada calidad), sino que pensaba que si se quería volver a los orígenes qué mejor manera de hacerlo que con el autor original: Mark Rein Hagen.