Adiós, amigo

 Conocí a Juan Diego en septiembre de 2014, en el Rincón de la Victoria. En principio era otro compañero más en un instituto grandísimo de los que no llegas a conocer a todo el mundo. Uno no va diciendo por ahí que juega a rol, pero el azar quiso que yo descubriese su vena friqui. A raíz de ahí pasamos de compañeros a amigos y durante ese curso llegamos a jugar varias partidas de rol.

 

 

Los dos éramos interinos; Juan Diego de Historia y yo de Lengua. Compartíamos muchas más cosas. Para empezar, los dos descubrimos los juegos de rol en los noventa (él en Cartagena, su tierra). Ahora, sin embargo, llevábamos tiempo sin jugar. Además, los dos estábamos casados y esperábamos una niña para finales de año.

En su momento nunca jugó a Aquelarre, y como tenía ganas de probarlo y a mí me encantaba, lo tuvimos claro. Solo faltaba encontrar a alguien más. Gracias a la página El Rol de siempre Online contacté con otro jugador, un jovenzuelo David que se trajo a su amiga Helena. A los tres les dirigí varias partidas de Aquelarre, incluso comenzamos mi querido Dracs y nos quedamos por la mitad. 

Terminó el curso y al año siguiente me mandaron a Arroyo de la Miel. Con niños recién nacidos el quedar se hizo más difícil. Incluso así, quedamos una vez ese año y Juan Diego nos dirigió Canción de Hielo y Fuego. El curso siguiente estuve en Marbella y al siguiente en Mollina. Sí, así es la vida del interino. Lo peor era Jimena, cuyos primeros tres años de vida estuvo de un sitio para otro lejos de sus abuelos.

Evidentemente, quedar con los amigos también se hace cada vez más difícil. El contacto con Juan Diego se fue reduciendo a preguntarnos por la familia (que iba creciendo en ambos casos), felicitarnos en las fiestas y preguntarnos dónde nos mandaban cada año (él sacó plaza en 2016 y yo en 2018). Incluso así, un año conseguimos cuadrar planes y quedamos en unas TdN. Jugamos una partida juntos, sin saber que esa era la última vez que nos íbamos a ver físicamente.

La última vez que hablamos fue en 2021. Juan Diego me escribió porque iban a empezar una campaña online de Savage Worlds (al 50 Brazas), por si me apuntaba. El horario (los viernes o sábados a partir de las 22:30) hizo que declinara su invitación.

Y así hasta ayer, cuando me entero que Juan Diego ya no está con nosotros, que nos dejó en diciembre.

No hay palabras para describir lo que siento. Juan Diego Soto Saura era un excelente profesor, un gran compañero y una bellísima persona. Hacía amigos con facilidad, y no me extraña pues cuando estabas con él no tenías ninguna preocupación. Veía la vida de una forma tan positiva que, con él, te olvidabas de tus problemas. Solo lamento no haber pasado más tiempo a su lado.

Juan Diego se ha ido de forma prematura. Tenía solo 46 años, tres hijos y toda una vida por delante. Si yo estoy así, no me quiero imaginar cómo estará su familia.

Me despido de ti, Juan Diego, AMIGO. Siempre te recordaré así, con tu sonrisa y tus ganas de vivir.