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martes, 16 de marzo de 2021

Entrevista a Juan Lillo

Una de las funciones de la revista Líder, publicada por Joc Internacional, era la de proporcionar materiales que aumentaran el atractivo de sus juegos. Juan Lillo Simón fue uno de esos colaboradores externos que, más por ilusión que por dinero, contribuyó a la industria del rol en España, y en concreto para la línea Stormbringer. Además de firmar varias aventuras para este juego en la revista Líder, se encargó de diversas traducciones y de la única aventura oficial española que se ambientó en el universo de Elric de Melniboné.

Juan, actualmente especialista en temas de coeducación y violencia de género, ha tenido la amabilidad de rememorar para nosotros aquellos alocados años.

 

En primer lugar, la pregunta de rigor. ¿Cómo comenzaste con los juegos de rol? ¿Cuáles eran los juegos a los que más jugabas?

Empecé en 1986 leyendo los libro-juegos de ediciones Altea. Mis preferidos eran Brujos y Guerreros de Steve Jackson y John Blanche. Los guardo todos.

Después, compré la caja roja de D&D de Dalmau Carles en la juguetería Rico, una tienda de toda la vida. Quebró hace más de treinta años. Fue una casualidad. Me flipé mucho con los dados. Y arbitraba para mis primos pequeños en el chalé de mis abuelos, en verano. Compré todas las ampliaciones, las pedí por correo a los Estados Unidos. Cuando llegó el paquete casi pierdo el sentido de la emoción. Después, no recuerdo exactamente cómo di el salto. Algún amigo me puso en contacto con la peña, supongo.

Yo vivo en Alicante, teníamos un club de juegos de estrategia y simulación. Era la iniciativa del profesor de historia del instituto. Hace muchos años, no recuerdo su nombre. Después alquilamos un local. Le pusimos de nombre Club Thor. Allí se fue todo de madre. Pasábamos los fines de semana encerrados, bebiendo cocacola, comiendo ganchitos y sin dormir. De viernes a domingo jugando sin parar. Runequest, Shadowrun, La llamada de Cthulu y Rolemaster. Luego empezamos a salir de noche, golfeamos y nos echamos novia.

Yo siempre he arbitrado. Me gusta contar cuentos. Inventar historias.

Creo que esos chavales siguen siendo mis mejores amigos. Los amiguetes. Antes de la pandemia jugamos la campaña de Tales from the Loop. Y nos reímos como siempre. Eso no se pierde.

 

¿Cómo surgió la posibilidad de colaborar con Joc Internacional?

Nos gustaba subir a las jornadas de rol de las Atarazanas en Barcelona. Subíamos en tren, dormíamos apilados en un albergue juvenil. Jugábamos a todo, sin parar. Y nos gastábamos el dinero de la comida en tabaco y miniaturas de plomo. Había un concurso de módulos y yo arbitré en tres ocasiones La Conjura Palatina. En una de las últimas mesas me tocó arbitrar para Eduard García Castro. Entonces me reclutó para la línea de Stormbringer.

La verdad es que tuve suerte y le sigo estando agradecido. Fue una oportunidad que viví con mucha alegría. Me pagaban poco. Pero lo hubiera hecho gratis solo por entusiasmo y afición.

Él me mandaba encargos. Yo escribía los módulos. O hacía las traducciones (con exceso de intuición y creatividad). Lo picaba en un ordenador de pantalla verde. Lo grababa en un floppy de 5 y 1/4 y subía en tren a Barcelona a entregarle el material en mano. Hice tres o cuatro viajes. Solía dormir en el cuarto de invitados de Eduard porque no tenía un duro. Y él me sacaba de marcha por el casco viejo. Me pagaba un par de copas. Y yo volvía a Alicante en una nube…



Tu nombre está asociado a la línea de Stormbringer. En total fueron cuatro módulos en la revista Líder y la aventura de Difícil Herencia en el suplemento de El Lobo Blanco. ¿Cuál fue tu papel en la publicación de esta línea en castellano?

Yo trabajaba a las órdenes de Eduard. Él me daba la faena y yo cumplía tan rápido y bien como era capaz. Después corregía las galeradas y se editaba en las revistas. O los suplementos en tapa de cartón. No llegué a conocer a nadie más de la editorial. Un día me presentaron a Francesc Matas. Guardo un recuerdo borroso de él. Creo que se parecía a un personaje de los Caballeros de la Mesa del Comedor. Me pareció un tipo muy raro.

 

¿Qué nos puedes contar sobre el trabajo en el módulo Difícil Herencia? Al principio iba a publicarse junto a la pantalla del juego, ¿verdad?

Sí, Difícil Herencia estaba previsto editarse con las pantallas de juego. Pero no fue así. Al final se incluyó en el suplemento El Lobo Blanco. Es una de mis obras preferidas, quizá la más completa. La mayoría de los mapas los hice a mano alzada. Incluida la ciudad de Jadmar. Pero el mapa del palacio y el templo son de unos folletos turísticos que me traje de Turquía, donde viajé en aquella época. Me decepcionó un poco que Julio Das Pastoras no hiciera ninguna ilustración para la aventura. Pero que fuese publicada en un libro de tapa dura ya era un privilegio. Creo que era un módulo muy completo, con una trama sólida que se desarrollaba lineal pero profundamente, con variedad de escenarios y personajes no jugadores. Una aventura directa, al estilo de la época. Creo que siempre escribí rol como el que escribe un cuento. Se lee con facilidad de principio a fin.


 

¿Cuál era tu opinión sobre Stormbringer? ¿Qué virtudes y defectos le veías?

Yo era un gran fan de Dragones y Mazmorras. En especial de la segunda edición AD&D. El resto de juegos de rol medieval me parecían sucedáneos. Proliferaron muchas propuestas ajustadas a distintos mundos de fantasía, sobre obras de autores reconocidos como Michael Moorcock. El sistema de Stormbringer me recordaba mucho al Runequest de Chaosium. Strombringer molaba, por el rollo onírico. También por la crueldad de sus personajes. Era muy bizarro. En especial disfrutaba el sistema de magia, basado en la invocación de demonios. Pero, para ser sincero yo no arbitré mucho. Lo justo para hacer los testeos de los módulos con los colegas. No fui capaz de organizar una campaña de larga duración. Probablemente porque en esa época alternábamos muchos juegos. Nos gustaba probarlo todo.

Ilustración para la aventura Los Cantores (marzo de 1991).

¿Cuál era el peso de Stormbringer en la editorial? ¿Compensaban las ventas el seguir sacando suplementos?

No lo sé, jamás estuve al tanto de las cuestiones editoriales.

 

¿Se han quedado en el cajón aventuras de Stormbringer que pensabas publicar en la Líder o en posteriores suplementos?

Tengo muchas aventuras guardadas en el cajón. Me hubiese gustado publicarlas en algún sitio, donde fuera. Pero perdí el interés. Y perdí la oportunidad. Siempre he jugado. Pero por gusto. Nunca hice del juego un proyecto de vida. Nunca pensé en el juego como un trabajo o un negocio. Hasta hace poco, que edité Tutty, el juego de cartas de familias diversas con la editorial Lalala.

 

¿Cómo fueron aquellos años? ¿Qué recuerdos guardas de aquella época?

Fueron años muy bonitos, claro. Porque la juventud es siempre muy bonita. Cada día me parezco más a mi abuela. Pero es la verdad. Y había una efervescencia, una promiscuidad, un afán por los proyectos… todo estaba en pujanza y las oportunidades sobraban. Y si no, pues nos lo inventábamos. Nos iba el lío.

 

¿Cómo viviste el fin de la editorial?

Con mucha tristeza, la verdad. Pero entonces yo estaba desconectado. Había empezado mis estudios de post-grado en Bilbao y casi no jugaba a nada. Hubo una mala época para el rol. Con el asunto deplorable de José Rabadán y la prensa amarilla, las películas morbosas… los jugadores de rol pasamos de pronto de ser “guays” a escondernos avergonzados por acusaciones de satanismo.

 

¿Seguiste la posterior edición de Stormbringer, en España llamada Elric, que sacó después La Factoría? Si es así, ¿qué opinión te merece?

No la conozco. No voy a prejuzgar. Pero debo decir que todos los intentos por mantener viva la llama del rol “pen & paper” cuentan de inicio con mi simpatía. No debe ser nada fácil editar papel en esta era digital.

 

Para terminar, ¿sigues en contacto con los juegos de rol? Si es así, ¿qué piensas de la escena actual?

Sigo jugando a rol con los amiguetes. Me gustan los juegos narrativos. Le he perdido el gusto a los dados. Hace unos años jugué mucho a HackMaster. Llegué a sacarme el carnet de máster oficial, puntuando un 96/100 en el cuestionario calificador en línea. Quedé muy satisfecho de mi logro. Todavía más cuando me enviaron el carné a casa. Era de color azul, no sé dónde narices lo he metido.

No sé mucho de la escena actual. Solo compro las cosas que voy a jugar. No soy muy frecuentador de tiendas del hobby, porque son una tentación y me gasto todo. No me gusta acumular material. Pero veo que hay muchísimas cosas, algunas realmente interesantes. Me gustan los juegos híbridos, de cartas y narrativos, como el Arkham Horror. Me paso buenas tardes jugando a eso con mi vecino Paco. Y últimamente, también estoy jugando a Magic con un grupo de venerables prejubilados que he conocido y me toleran.


Juan Lillo Simón fue el autor de "Los Cantores" (Líder 22), "Conjura Palatina" (Líder 24), "La Torre" (Líder 28) y "El Último Sueño de Erael" (Líder 34). Su principal contribución a "Stormbringer" fue, sin embargo, "Difícil Herencia", incluida en el suplemento "El Lobo Blanco".  

7 comentarios:

  1. Carlos, muchas gracias por la entrevista, y a Juan por su tiempo.

    Es muy interesante y me ha llamado la atención ese profesor de Historia del instituto que montó un club para los chavales.

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  2. Que personaje jajaja, me ha gustado la entrevista.
    Creo que le invitaba a algo más que un par de copas por el Borne... xD

    Hay dos cosas que me han descolocado: lo de los caballeros de la mesa del comedor y el nombre de José Rabadán, que he tenido que buscar... y no sé si se coló de crimen o lo ha dicho adrede.

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    1. Los caballeros de la mesa del comedor es un cómic humorístico rolero y José Rabadán fue el triste caso del asesino de la katana. Recuerdo que la prensa lo asoció a un videojuego aunque los juegos de rol, creo recordar, también pillaron algo.

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    2. Sí, al Final Fantasy; por eso pensaba que se había confundido con el asesinato del rol.

      De lo otro no tenía ni idea de su existencia! Es que ni sonarme lejanamente...

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    3. Exacto, el Final Fantasy, aunque los juegos de rol también pillaron algo. Bueno, y siguen pillando, porque he leído un artículo de 2017 sobre el tema y el periodista ha mencionado a los juegos de rol tres veces.

      A mí el cómic tampoco me suena mucho; he tenido que buscarlo para comprobar que se trataba del que yo pensaba.

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  3. Muy interesante la entrevista, increíble cómo se funcionaba.

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  4. La historia de los primeros tiempos del hobby nunca dejará de sorprenderme. Da para libro xD

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